El divorcio implica el final de una relación íntima para adultos, pero no por ello implica el final de la familia para los hijos. El divorcio requiere una reestructuración familiar que no debe resultar perjudicial para los pequeños de la casa.
Se ha comprobado que cuando los padres participan en una crianza conjunta respetuosa y constructiva, la nueva modalidad de dos hogares ofrece a los niños seguridad emocional, así como la oportunidad de disfrutar de su infancia única con padres que trabajan juntos viviendo separados.
El coaching de parentalidad ofrece orientación a uno o ambos progenitores a superar con éxito la transición de cónyuges o parejas a co-padres, ayudando a que aprendan a trabajar juntos en el mejor interés de su hijo, por encima de la problemática entre las partes. Por ello, este servicio incluye un elemento de psicoeducación y asesoramiento, en particular con respecto a la comunicación efectiva, las necesidades de los niños, la reorganización familiar y la toma de decisiones conjuntas sobre temas que involucran a los niños.
Aunque el uso más común es el desarrollo de un plan de parentalidad, también se busca implementar su plan de crianza después del divorcio o la separación, reduciendo conflictos y desarrollando prácticas y protocolos que funcionan en familias con dos hogares.
El objetivo principal es ayudar a los padres y madres a encontrar nuevas habilidades y comportamientos y desarrollar un estilo de crianza colaborativo más funcional que les brinde nuevas ideas sobre cómo pueden ejercer su responsabilidades parentales en el mejor interés de sus hijos. Esto puede realizarse a través de:
El profesional puede utilizar técnicas propias de la mediación o conciliación así como estrategias de terapia sin asumir el rol de mediador o terapeuta. Así como en ningún momento, el profesional dará consejo u opinión legal o asumirá el rol de toma de decisiones.